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domingo, 22 de diciembre de 2013

Juégala otra vez, Sam

No falla. Cada año de cada lustro de cada década, llega el 22 de diciembre y con tan señalada fecha la Lotería de Navidad  llama a nuestras puertas, igualito que los Intestículos de Cleofás, que siempre vienen de parte de dios -que hay que tenerlos muy  gordos- o la vecina de abajo cuando le inundamos el cuarto de baño. Esto es así.

Y es que  en los meses previos, allá por donde vas está la peña provocando con sus participaciones de la  Asociación de amigos del Orto Ibérico, del  Clús de Júrgol San Fulgencio Nonato o de la Agrupación Coral de la Parroquia de Santa Frígida.  Y por ese extraño mecanismo del "no vaya a ser..." que los de la Lotería, perversos ellos, conocen muy bien,  tú vas y compras confiado en que algo caerá aunque en el fondo sabes que es más probable que te caiga un satélite orbital de tamaño medio en mitad de la chepa. Eso es una cosa científica de la estadística, no se vayan a pensar.

Que por cierto, la llegada del euro, además de hacerle daño a todo lo demás, también ha hecho polvo la banda sonora de la lotería. Me explico:

Antes, los zagales de San Ildefonso cantaban aquello de:

-Potocientos miiiiiil cuarentay ciiiiiiiiiiiiiiiiiiincooooooooo
-¡Ciento cincuenta miiiiiiiil peseeeeeetaaaaaaaaas.

Y aquello sonaba rotundo: ¡PESETAS!, que rima con pizpiretas, culturetas y tetas.  Ahora lo que suenan son unos chuchurríos: -¡¡¡Miiiiiil eeeeeuroooooos!!! Que eso, con sus tres sílabas de mierder no tiene ni sonoridad, ni rima con nada decente. La lotería molaba más antes.

El caso es que cada año te ves con una bolsa de Ikea de las azules llena hasta arriba de participaciones y, con la desesperación de saber a ciencia cierta que de ilusiones vive el tonto de los testículos, te pones a mirar número por número con un ansia preocupante:

-¿QUÉ NÚMERO ERA? ¡RÁPIDO, MÍRALO EN INTERNET!
-Es que está el servidor "colapsao"....
-¡COÑO, PUES COMO YO Y NO ME QUEJO TANTO!

Y si hay algo que demuestra y explica a partes iguales que los españoles tragamos lo que sea, es el anuncio de la Lotería. Porque si no, a ver quién da una explicación mínimamente creíble de juntar a semejante troupe y obligarles a que pongan esos caretos de estreñimiento inmisericorde. Y claro, como somos muy influenciables hacemos caso y ponemos nuestros sueños a jugar y nuestras ilusiones a volar. Lo que pasa es que las ponemos a volar en Low Cost y lógicamente no te dan ni cacahuetes.

Y luego está la cosa de la distribución geográfica. Que siempre toca en una pedanía que se llama Palanquillos del Esfínter, que ni siquiera sale en el TomTom, porque el Nemesio se trajo unos décimos cuando fue a Madrid a la Feria de Adminículos Agropecuarios para comprarse un "radiocasete" con MP3 para el tractor. Que vamos, todos nos alegramos por el Nemesio pero...

Total, que como cada año vuelves a picar y se te queda una cara de "al menos tengo algo de salud" que espanta a la humanidad. Y eso si no cuentas la hipertensión, el colesterol malo y los triglicéridos. Que si los tienes un poco decentes ya te encargarás tú de remediarlo en las dos semanas siguientes.

Así pues, amiguitos de la fauna ibérica, poned vuestros sueños a jugar, pero al parchís, que al menos algo te comes. O como mínimo a remojar, a ver si les damos un poco de brillo y esplendor. Nos han jodido Bustamante, Raphael, la Niña Pastori y aledaños.

Pero como dijo "Janfri Bogar" con las manos in the gabardina and the melón under the sombrero: "siempre nos quedará la pedrea...."




sábado, 14 de diciembre de 2013

Yo me remendaba, yo me remendé y otras perversiones.

Como cada año por estas fechas llega esa cosa que se llama Navidad, exceptuando, claro está, a El Corte Inglés, porque allí llega aproximadamente en agosto como queriendo decir que el que avisa no es traidor, cosa que es de agradecer. Pasa lo mismo con la estaciones del año, que estás en pleno febrero a lo tuyo y sin molestar a nadie con el moquillo aflorando por la pituitaria y te restriegan por el carús sin anestesia ni nada  que allí ya es primavera. Te jodes.

Luego, eso sí, ya se van sumando el Carrefour, el Ikea y el Mercadona a eso de primeros de noviembre, momento en el cual es obligatorio poner villancicos a todo trapo doce horas seguidas para que el chiquirritín, en clara connivencia con los peces en el río, el Adeste Fideles y la chocolatera, que debe ser oriunda de Marruecos,   nos inciten a la compra desenfrenada y el consumo orgásmico sin tiento ni conocimiento ninguno de cosicas del Hacendado que por no tener no tienen ni gluten. Luego, ya se sabe, yo me remendaba yo me remendé la Visa y asunto resuelto. Para todo lo demás MasterCard por vía parenteral.

 Sin embargo el resto de la humanidad se corta un poco y espera hasta el puente de la constitución, momento en el cual se activa un mecanismo ancestral que tenemos en el hipotálamo o en alguna guarrería similar,   que nos dice que antes de las 00:00 horas del 9 de diciembre hay que sacar el árbol y los adornos de los chinos y del Ikea del altillo del armario y montarlo todo de inmediato porque de lo contrario se altera el continuo espacio-tiempo y el universo puede entrar en bucle, con el agravante de que se te puede averiar el karma a lo tonto.  Que dicho sea de paso, la interpretación que hacen los chinos de los adornos y la simbología de la cosa navideña le ronca los perendengues. Basta ver los Papás Noeles ahorcados o las banderas con el niño Jesús que meten susto al miedo que se ven colgados por los balcones patrios. Válgame la paya. Que nosotros no nos metemos en sus Budas o sus Confucios por la cosa del respeto y el desconocimiento, porque de lo contrario igual lo flipaban en Dolby Surround del bueno.




Otro clásico de estas entrañables fechas es tu señora que, como cada año, no sabe qué regalarte. Porque por si no lo saben, a la parienta es MUY fácil regalarle (parienta dixit) y sin embargo a nosotros es dificilísimo porque con esas aficiones raras que tenemos  no hay quien se aclare.

Ejemplo inapelable:

-Buenas tardes amable tendero. Quisiera regalarle a mi marido algo para el iPad
-Sí señora. ¿Qué versión de iPad tiene su marido?
-Pues uno de color blanco.

Y ahí el tendero ya se pone a sudar tinta china y a cavar una trinchera lo bastante profunda  porque sabe que es una batalla perdida de antemano. Esto es aplicable a casi todas las aficiones:

-Hola buenas. quería una caña para mi marido, que le gusta mucho la pesca.
-¿La quiere de surfcasting, de boya, de coup, de spinning...?
-No, no. Para pescar. Peces concretamente.

Por el contrario, si tienes que comprarle algo a tu señora la cosa es muy simple:  le preguntas a la dependienta y ya ella te da la orientación necesaria:

.-Hola, quería unos pendientes que sean monísimos

Y ella ya te entiende perfectamente y te empaqueta que lo flipas unos pendientacos con un envoltorio con lacitos y puntillas que tú jamás podrías igualar ni mirando un tutorial en Youtube en cuatro vidas que vivieras (o vivieses).

Atención: obsérvese que es de vital importancia utilizar el adjetivo "monísimo" aplicado a cualquier objeto. Al loro que esto entra para examen, amiguitos.

El tema culinario merece capítulo aparte. Porque cuando es Christmas Time hay que comer en condiciones. Esto viene en el convenio y hay que respetarlo. Y es que ir a casa de tu cuñada o de tu suegra, comer que lo flipas y que encima te lleves varios tuppers de escalopines al Oporto, Lubina en salsa Bercy y langostinos es una cosa inigualable se mire por donde se mire. Y sin pagar ni nada.

Otro tema es el día 1 de enero. Esa jornada de Ibuprofeno's Day que debería estar prohibida por Decreto-Ley. Vamos a ver: ¿Qué necesidad hay de pasar una jornada absurda en la que tienes lagunas mentales, acidez de estómago y te entran unas ganas insuperables de comerte las uvas pasas, las peladillas y las roscas de anís  que el día anterior te parecían perfectamente prescindibles? Y luego, naturalmente te forras a base de bien con los tuppers anteriormente mencionados mientras te ves a los Chunguitos en la repetición del especial de Nochevieja. Vamos, que no hay donde colgar un candil.

Pero eso sí: luego llega el día de Reyes que es una cosa que mola mucho aunque seas republicano y muy mayor. Y es que, amiguitos de la fauna ibérica, el que no se consuela es porque no quiere.

Sin olvidar el discurso de Su Majestad el Rey, que como cada año se llena de orgullo y satisfacción porque ya se sabe que la justicia es igual para todos, excepto para los que no lo es ni jarto de grifa de la buena. Pero eso es otro tema.

Así es que, cada cual pase estas fiestas lo mejor que pueda o sepa y nuestros ínclitos dirigentes le dejen. Más que nada porque no está de más llevarse medianamente bien con el prójimo aunque sólo sea unos días. Luego ya se sabe que a partir del 7 de enero se levanta la veda y cada cual volverá a esputarle legítimamente en el ojo al vecino como quien no quiere la cosa. Miren ustedes, yo concretamente a Papá Noel le tengo unas ganas que lo flipas pero lo disimulo como puedo. Y no pasa "ná de ná".

A mí, que quieren que les diga, las Navidades me molan mucho. Qué se le va a hacer...

viernes, 25 de octubre de 2013

Relaxing cups of infusiones hispánicas y otras fundaciones


Es curioso ver cómo en estos lares patrios somos capaces de malvivir inmersos en un marasmo guarrindongo de convulsiones sociales, hordas de parásitos de corbata o chaquetilla de pana según sople el viento, onanismos mentales mal resueltos, memorias históricas selectivas y otras finas hierbas de similar aroma, retozando  revueltos pero no juntos, y agitados pero no mezclados y sin embargo pase lo que sucede sin que se monte una que parezcan dos. Hombre, es verdad que la pensión del abuelo amortigua mucho el tema, pero aún así la cosa tiene mala rima y difícil explicación

Que no me negarán, amiguitos de la fauna ibérica, que el hecho de que se formase la de Zeus sería lo normal en cualquier país medio normal poblado por gente  más o menos próxima a la normalidad.

Pero a la vista está que, como dirían en Ana Bottle's Escul of Inglis, "Spain is different", pero 

different  que te pasas siete pueblos, catorce pedanías y dos concesionarios de Chevrolet.

Porque uno se pone a leer cada mañana los iconos informativos de la prensa patria y se queda patidifuso y ojiplático, todo de una tacada mas el 21% de IVA. Da igual que uno lea El Inmundo, El Pis, El Diario Púbico, La Sinrazón o la Hoja Parroquial de Santa Tiburcia Virgen y Mártir. Es leer casi cualquier noticia y te da una risera floja que te sales del planisferio.




Y es que no puede ser legal, por poner un ejemplo,  que te suelten en las noticias sin anestesia ni preliminares ni nada, que Felipe González acaba de crear una fundación acerca de sí mismo para investigar y recopilar datos sobre su propia persona, su trayectoria política, sus cosicas, y su canesú. Dicen las malas lenguas, y algunas regulares también, que todo comenzó una mañana tormentosa en la que mientras desayunaba conversando animadamente consigo mismo se preguntó: "¿A que no hay huevos a fundar una fundación fundamentada en mí mismo?" Y así, por consiguiente y sin "acritú",  va el tío y la funda con un par (with a pair, que diría la alcaldesa).  Ya se sabe que no hay español que se resista a hacer cualquier cosa por absurder que sea, si la premisa es "¿A que no hay huevos a...?". Es una cosa genética.

Y es que  hasta Aznar, ese señor con abdominales y parálisis supralabial que está casado con Ana Bottle,  tiene su propia fundación, lo que pasa es que en su día le dio "cosa" llamarla "Fundación Josemari" porque le faltaron huevos. Pero ya se sabe que Aznar, con perdón, no tiene ni fucking idea de la cosa del marketing.

 La cuestión es que Felipe había pensado inicialmente en llamarla "Fundación Yomemíconmigomismoymispropiascircunstancias", pero finalmente se reunió con él mismo y entre ambos  decidieron ir a lo seguro y llamarla, en un alarde de ingenio sin precendentes, "Fundación Felipe González", también conocida cariñosamente como "Fundación Yo". De momento ya tienen sede, muebles guays de diseño, computadoras y tablets, "aifones" con cuatrogé,  familiares enchufados y de todo. Y cuando empiecen a caer las subvenciones eso ya va ser la bomba, con sus desvíos de fondos, sus estudios sesudos sobre las Sinergias y tipologías de ojete en el ámbito del progreso social y sus concomitancias y concomitancios en pro de las libertades ciudadanas, y esas cosas molonas que hacen las fundaciones.

Del tema del presunto cura que entró con una presunta pistola en la presunta casa del presunto Bárcenas a exigir los presuntos "pendraifs" de los presuntos papeles, de la policía afostiando gratuitamente a chavaletes en una manifestación perfectamente legítima, de la reaparición estelar de la Esteban con potocientos millones de audiencia y videncia, o de Willy Toledo y aledaños apelando a los derechos humanos a tiempo parcial y según se mire, ya ni hablamos no vaya a ser que se nos salten los puntos de la apendicitis y los empastes del mismísimo descojone.  

Seguro que Rajoy ya está pidiendo los papeles para ir creando su propia  "Fundación
Mireushtéunoshpicaneoutroshnon" dedicada al noble arte de contestar a la gallega los días pares y a la galaica los impares, excepto si llueve, porque como todo el mundo shabe una cosa esh contestar con claridad a preguntas incómodas y otra mojarshe a lo tonto y que alguien se percate de si subes, bajas, o eres mediopensionista.

Pero qué se puede esperar de unos tiempos en los que llamamos "mechas californianas" a lo que toda la vida se le llamó "Nena, tíñete esos pelos que tienes más raíces que una secuoya"

Nos ha jodido Hispania con sus relaxing cups...



lunes, 8 de julio de 2013

Imbéciles y otras dicotomías

Eran aquellos, días de canícula infernal en los que lo mismo el sol salía por Antequera que el sentido común,  aburrido por la falta de uso, se iba de picos pardos por los cerros de Úbeda y de vez en cuando, por si éramos pocos, a la abuela le daba por parir a traición y con fingida desgana.  Como si no le importara nada.

Seña de identidad muy hispánica por otra parte, que sin embargo y precisamente por lo que tenía de común por aquellos lares, a nadie llamaba  la atención. En aquel poblacho con ínfulas de pueblo llamado Jacarandal del Orto habitaban unos cuantos entes saludablemente mal avenidos, algunos de los cuales poseían a mayores  el don de transitar  por la vida dejando constancia a los cuatro vientos y en los siete mares de su más que evidente falta de cocción mental -y de la otra-  cada vez que abrían el apéndice facial situado bajo su vello supralabial. Una cosa corriente y normal.

Y es que aquello era un muestrario que iba de lo mejor a lo más rancio, una colección de lo más granado de la parafernalia celtibérica en todas sus formas y fondos: Jacarandal era, en definitiva, eso que antaño llamaban "crisol de culturas", pero  adobado a la vez con todas las especias y lugares comunes del cutrerío más casposo y retazos del oropel más hortera  y jactancioso.

En Jacarandal la estructura social era más o menos como en cualquier otra parte:  había gentes de posibles
-unos pocos- gente de "más que posibles" -los menos- y un ejército de parias -casi todos- que "iban tirando" y arrastraban sus esqueletos como podían tratando  de esconder a base de disimulos y con escaso éxito sus abundantes miserias. Lo que viene siendo, una sociedad civil al uso.

Y en aquella mañana de julio, como vienen todas las desgracias, sin avisar,  llegó Obdulio Mampodre, reputadísimo imbécil profesional, a establecerse en el pueblo. La imponente casona de La Seca, que los albañiles  llevaban meses remozando y que tanto había dado que hablar en el pueblo  - donde se había corrido el bulo de que aquello iba a ser una casa de alterne de mucho tronío y empaque  para mayor regocijo de los parroquianos y monumental cabreo de las parroquianas- resultó ser finalmente la pretenciosa morada de aquel currutaco de mangarrián sin oficio definido pero de abultado beneficio, con pretensiones de Lord venido arriba a base de vender al peso  esencias de humo y fragmentos de  la nada más absoluta, amén de serruchar alegremente  las molestas cabezas ajenas que se había ido topando en el camino.

Don Obdulio, como le gustaba que le llamasen, era, además de imbécil profesional,  y a decir de Don Gilberto - el ya ajado pero mordaz cura párroco - precisamente como consecuencia de ello, experto  en todología y materias aledañas. No había tema que no dominase, asunto cuyos entresijos no diseccionara sin despeinarse  ni playa desierta que sus lustrosas botas no hubieran hollado - con "h", entiéndase el lance-.

Apenas llevaba unos días en el pueblo y no había hijo de madre ni sobrino de monje que no tuviera noticia de sus múltiples posesiones terrenas y su derroche de sapiencia. En la tasca y demás mentideros etílicos, los filósofos de taberna y demás subespecies de Tintocles locales, no hablaban de otra cosa.  Obdulio siempre llevaba razón, tenía cuatro si el contrario tenía una, volvía cuando el otro aún iba,  y tenía además más grande la sapiencia. Podría decirse que Obdulio la tenía más grande en general...

Atesoraba además Obdulio entre sus múltiples virtudes la de poner a todo parroquiano viviente de acuerdo en lo tocante a su  imbecilidad con sólo oírlo hablar no más allá del medio minuto, lo cual daba al pueblo una sensación de unidad y pertenencia al grupo nunca antes vistas  por aquellas tierras donde tantas veces había corrido la sangre por un nimio quítame allá esas lindes.

Así, en casa del ilustre no entraban objetos que no fuesen y pareciesen, como mínimo, caros o muy caros y poseía una biblioteca adquirida por colores y a tanto el metro, cuya única misión era abrumar a cuantos ignorantes visitaban su morada. Obdulio consideraba que su estatus no le permitía menos, y la concurrencia, parias de la tierra y famélicas legiones incluidas, empezaban ya a hartarse del infame mentecato .

Y para cuando el ínclito prócer de la sabiduría infinita quiso darse cuenta, el horno de Jacarandal, rebosante de imbecilidad,  ya no estaba para más bollos ni para más imbéciles. A fuerza de insistir, Obdulio, o más concretamente su cabeza apareció de buena mañana rodando por el suelo de las eras tras probar el filo del hacha del Epigmenio, el de la Felisa, que había zanjado una monumental discusión con Obdulio de la manera más tajante. El Epigmenio no se andaba con chiquitas.

Y cuando llegó la Guardia Civil con el juez y detuvieron al  Epigmenio, preguntado el homicida por los móviles del ilícito perpetrado, acertó a levantar la cabeza hasta encontrar los ojos del magistrado para decir con sorna:

-Porque era mucho imbécil pa' tan poco pellejo, señor juez. 


Y todos los jacarandeños tuvieron la certeza de que, puestos a elegir,  mejor apaño hace prostíbulo de tronío a riesgo de  relajar moral y costumbres, que morada de imbécil y la certeza de  no relajar cosa alguna.

Dónde va a parar...






viernes, 24 de mayo de 2013

Exorcizando, que es gerundio

Está la cosa que arde por estos lares hispánicos.  Y lo malo es que no es de extrañar, porque ya de buena mañana según te despiertas echas mano de tu smartphone, que duerme fielmente sobre tu mesita de noche, activas su pantalla ultrachupiled de potocientos chorrapíxeles ávido de enterarte de las noticias del día,  y en ese momento te entra la duda y no sabes si leer la prensa o pasar directamente al porno por ir ahorrando tiempo. Más que nada porque en ambos casos el argumento es más previsible que un semáforo y  sin preliminares ni anestesia la cosa acaba indefectiblemente en dilatación de esfínteres  por el artículo catorce. 


Y es que  ya de entrada  lees con estupefacción que una moda incipiente llamada "tampodka" se extiende entre algunos zagales y zagalas de coeficiente intelectual magro y hormonas en ebullición, que ya no se conforman con el tedioso  botellón de toda la vida para entrar en trance etílico y deciden dar un paso más en su  incansable búsqueda de la imbecilidad extrema. Así pues, la nueva práctica no puede ser más simple: en un  chupito de vodka, preferentemente de garrafón marca Cutroff -más que nada porque el sabor da lo mismo- se introduce un tampón de esos que permiten saber a qué huelen las nubes en esos días del ciclo y, una vez bien empapado, se inserta con decisión por el orto o por el ocaso, según los gustos y/o posibilidades anatómicas del usuario/a.  
La cosa es que en cuestión de un periquete, el/la sufrido/a jovenzuelo/a tiene una hermosa intoxicación etílica gracias a las mucosas íntimas y su proverbial capacidad de absorción de bebidas espirituosas con pase inmediato al torrente sanguíneo. Y todo ello directo al cerebro y sin castigar el hígado tontamente de modo que, quedar te quedarás gilipollas, pero con la certeza de que de cirrosis ni rastro, oiga. 

De este modo se aúnan eficacia, rapidez y economía garantizando una reducción drástica de los niveles de sangre en alcohol, con la ventaja añadida de que a los muchachuelos  no les huele nada de nada el aliento al llegar a casa por la mañana, tras salir de la UVI  habiendo superado con cierto éxito el coma etílico. Mamá y papá ni se darán cuenta salvo que te pillen el parte de alta médica que, como eres imbécil, guardas en el bolsillo del pantalón.  Divino.


Y una vez que reunes el valor suficiente, te acomodas un poco la almohada y pulsas otro enlace aleatoriamente en la pantalla de tu Chamchungesetrés o tu Aifoncinco a ver si hay un poco de suerte y te encuentras con alguna noticia normal que te impulse a levantarte de la cama.



Pero he aquí  que te topas de bruces con Aznar -que por fin se ha sacado el cinturón negro décimo dan de inmovilidad supralabial-  amenazando con volver a la política, a Rubalcaba diciendo que le horroriza la paja en el ojo ajeno mientras trata de desincrustarse sin éxito la viga del suyo, y una foto del televisor que usa Rajoy para asomarse de vez en cuando a dar explicaciones que, apagado, tristón y sin pilas en el mando a distancia, guarda un respetuoso silencio.  Ahí ya empiezas a valorar la posibilidad de levantarte de la cama y bajar al chino a pillarte unos tampax de imitación y una garrafa de cinco litros de Cutroff.

Pero cuando llega de verdad el paroxismo de la estupefacción informativa es en ese momento en el que, sin anestesia ni nada, lees que el cardenal Rouco Varela está formando a un equipo de ocho exorcistas para combatir sin piedad al demonio porque los fieles lo demandan cada día más y el clero no da abasto a exorcizar a la peña a tres turnos.  La solución, bien pensado, no es mala: te montas una academia de formación de Chuck Norris de la Fe y los pones a combatir las acechanzas del maligno repartiendo fostiones tremebundos a los cuatro vientos, que es una cosa que entiende todo el mundo a la primera, empezando por los demonios. 

Que digo yo que, ya puestos, no estaría de más que el señor Cardenal mande a sus alumnos a hacer las prácticas al Congreso, más que nada porque si se les va la mano con el exorcismo y estropean el género no se pierde gran cosa. Los experimentos con gaseosa, las cosas claras y el vodka- hagan el favor- por vía oral.

 Y al final, miren ustedes por donde,  uno se levanta de la cama con la inquietante sensación de que la mejor noticia del día es la del exorcismo.  
¡Manda tampones...!



sábado, 6 de abril de 2013

Conguitos, patas de gallo y otras golosinas

Un buen día te levantas y descubres con horror, entre otras cosas fantásticas,  que ya vas arrastrando por el suelo unas cuantas décadas (y lo que no son las décadas), que si vas a solicitar el "Carnet Joven" el funcionario se descoyunta de la risa, o que las patas de gallo, la alopecia, la hipertensión, el colesterol, la presbicia, la madre que las fabricó a todas ellas y otras miserias de similar pelaje han dejado de ser una posibilidad  lejana para convertirse en una certeza absoluta o, con mucha suerte, inminente.

Además el médico de la Seguridad Social, que es un cabroncete con diploma, te empieza a insultar con improperios del estilo "a tu edad no te conviene", o "a tus años es normal" - ¿CÓMO? ¡Pero si estoy hecho un chaval! Es entonces cuando te planteas pasarte a la sanidad privada, que son mucho más agradables, porque tú lo vales y llevas toda la vida esforzándote y tienes medios para ello, pero entonces se te activan seis o siete neuronas que te recuerdan que realmente eres un "pringao", no tienes un euro, y no te lo puedes permitir ni falta que hace.  

Y si además empiezas a hacer reflexiones tales como "...igual de chapa empiezo a andar un poco justo, pero de motooooor....!" Ahí ya, vete dándote por fornicado por aquello de ir ahorrando tiempo. Y a todo esto súmale la crisis cansina de estos últimos años, y miel sobre hojuelas de cannabis "caducao"...

Porque no te engañes:  cuando vas a comprarte un "esmarfon" nuevo con "androiz, blutuz, güifi y tresgé" para estar a la última como tu "cuñao", y en la tienda te lo encienden para que lo veas, ya no tienes más remedio que sacar las antiparras del bolsillo y soltarle al dependiente a modo de excusa un lacónico "momentoquemepongalasgafas..." y hacer como que entiendes algo de lo que te explica mientras lo miras por encima de las gafas. Y es que, reconócelo, con los años ves menos que una infanta en una sima aunque intentes disimularlo. Te haces mayor o vas camino de serlo, que no es poco.

Observas además que expresiones como "guay" o "molón" sólo sirven para abochornar a tus hijos cuando intentas hacerte el moderno delante de sus amiguitos, que emplear la palabra "amiguitos" para referirse a los colegas de tus hijos te hace reo de muerte, que no debes llamar indiscriminadamente "La Nintendo" a todas las consolas con las que juegan tus hijos, y que la música que te parecía guay y molona en tus tiempos no sólo resulta en muchos casos abrumadoramente ridícula   sino que tus hijos la ponen en sus fiestorros para partirse el ojal cuando los niveles etílicos alcanzan los niveles adecuados. 

No te extrañes: tú haces lo mismo poniendo en las farras que te montas con tus amigotes cuarentones y cincuentones, o incluso más, a El Fary (que aunque no lo quieras reconocer, cuando oyes el "Carabirubí carabirubá", te vienes arriba,  se te ponen los pelos como escarpias y la piel gallinácea) o a  Raffaela Carrá a tutiplén vociferando como si no hubiera un mañana que "Para hacer bien el amor hay que venir al sur",  lo cual por otra parte explica muchas cosas cuando uno vive en el norte, o formulaciones metafísicas como "Explota, explotamexpló, explota explota mi corazón", que digo yo que para escribir semejante letra hace  falta   tenerlos  muy gordos o  poseer unos niveles de depravación mental muy relevantes. O ambas cosas.


Por no mencionar que el mero hecho de que exista una música de "tus tiempos" implica ipso facto que además estos ya no son "tus" tiempos.  ¿Cómo te quedas? 

Y qué decir de las chuches que te comprabas en tu juventud: aquellos magníficos Conguitos, tan políticamente incorrectos ellos por aquello de las alusiones geográfico-raciales y todo eso, que te daban un paquetillo con 20 miserables gramos y aquello te parecía la cornucopia,  y que ahora son unos neutrales y mucho más baratos "Cacahuetes bañados en chocolate negro", de origen chino, son de la marca Hacendado, que como todo el mundo sabe va camino de dominar el mundo,  vienen en sacos ahorro de a cincuenta kilos y cuando se te acaban mientras ves la tele desparramado en el sofá  te parece que "no duran nada". Claro, de ahí las lorzas que te acompañan... 

Si además les dices a tus hijos que en tus tiempos no había Conguitos y que, como mucho, te daban los domingos al salir de misa de doce un Tofee de la Viuda de Solano, dos pesetas y una patada en el culo,  lo tuyo ya es muy grave: en este caso sólo te quedará el recurso de quedar con tus amigos Nefertiti y Amenofis IV para tomarte unas sopitas en tu "boite" favorita y poner en la gramola los grandes éxitos de la época. Es lo que te queda.

Y es que los tiempos cambian para que todo siga como siempre y cualquier tiempo pasado sea mejor para, quod erat demostrandum, dejar claro que no sólo tenemos mala vista sino que además tenemos una memoria de mierda

Serán cosas de la edad...







sábado, 16 de febrero de 2013

Cafés matutinos, señores de Albacete y otros placeres cotidianos

Ataúlfo Corrochano, al igual que los bancos, entidades de crédito y demás tugurios de relumbre en general, no daba crédito.
Y lo cierto es que eso no era nada nuevo, porque le ocurría cada vez que reunía los redaños suficientes para asomarse al precipicio de la prensa matutina, es decir, cada mañana de día laborable e incluso, en el colmo de la perversión, muchos días de guardar,  siempre bien acodado en la barra del bar de Pepe "el pijo", que era de Albacete y utilizaba el término "pijo" como comodín para referirse a cualquier persona animal o cosa que pululase por el globo terráqueo.
Así, a modo de ejemplo, si algo estaba lejos, quedaba "en el quinto pijo", una llave inglesa era "el pijo de apretar", y para él la frase "¡Pst! ¿Te pongo un pijo de estos pa'l café?" significaba "¿Desea el caballero una porra o unos churros para acompañar el café?". 
Pepe era lo que se dice un gentleman castizo de nivel hostelero alfa.

Todo empezaba siempre con el mismo ritual:   Ataúlfo ponía un pie en el bar y, como por ensalmo, aparecía en la barra un cafelito descafeinado de máquina con leche, caliente pero tirando a templado, servido en vaso de cristal y con dos sobres de sacarina, con un periódico al lado, seguido del inevitable y polivalente saludo:

-¡Ahí tienes lo tuyo, pijo!- Pepe era detallista como pocos.

Y de forma mecánica, Ataúlfo le daba el primer sorbo al café mientras enfrentaba la portada del periódico  y empezar a sentir un sudor frío recorriendo implacablemente los pelillos de la chepa sabedor de lo que se avecinaba. Y así descubría que Rubalcaba, con gran capacidad de análisis y sentido de la oportunidad quería cambiarle el nombre al partido por aquello de que con menos letras se llega mejor a fin de mes,  que Mariano seguía teniendo tendencias onanistas pensando en la herencia recibida y sin decir que esa boca era "shuya", que desde Europa ya no nos afeaban la conducta pero sin embargo seguían apretándonos las tuercas a base de bien con el "pijo de apretar", y que en definitiva, todos estaban cabreados con todos por la sencilla razón de que todo era culpa de los "todos" de la acera de enfrente. Y así, entre todos los todos iban engendrando más toditos que alimentar de las exhaustas arcas públicas.

Por no mencionar a infantas que -cosas del corporativismo- aún creían en los Reyes Magos, a yernos aquejados de tumefacción entrepiérnica que hacían magia negra a la sombra de ducados isleños, o a reyes que no eran magos ni nada, pero se llenaban de orgullo y satisfacción a la menor oportunidad sin necesidad de varita.

Todos, efectivamente, estaban cabreados. Excepción hecha de Bárcenas, que estaba remojándose el arco de triunfo en un SPA carísimo. Y es que las imputaciones, como todo el mundo sabe, generan  estrés emocional y problemas de diuresis por un tubo.

Ataúlfo le dio el último sorbo al café y cerró el periódico como quien cierra una caja de Pandora rebosante de aguas fecales, tirándolo con desidia sobre la barra. Y sin más ceremonia ni despedida se fue hacia la puerta batiéndose en retirada hacia ninguna parte.

Y mientras secaba la barra por millonésima vez, con la sorna cañí que le daban sus cuarenta años largos de psicólogo tabernario, Pepe esbozó una mueca que aspiraba a ser sonrisa y lanzó al aire un lacónico:

-¡Pst! ¡Atiende Corrochano!

Ataúlfo tuvo el tiempo justo para girar la cabeza y ver como su barman de cabecera le espetaba guiñándole un ojo:

-¡Anda y que se vayan todos al quinto pijo!

Ataúlfo salió a la calle con una sonrisa gratis y  recordando la razón por la que seguía parando en aquel tugurio con olor a churros cada mañana.

Y con las mismas, se lanzó calle abajo pensando que si merece la pena que el mundo siga girando  se debe en gran medida a que aún quedan filósofos de taberna de la vieja guardia, de los que llaman al pan pan, y al vino tintorro, guardianes de esa liturgia rancia en la que sus practicantes saben  desde la cuna que, "de puta a puta, excelentísima señora".

Y aquí paz,  y después gloria.






sábado, 26 de enero de 2013

El lado malote de la fuerza

Hermanos y hermanas en la fe del ojiplatismo, primos tíos y demás familia:  a veces tiene uno la impresión de que el exceso de buenismo abruma y cansa hasta al más chupilerendi de los chachipirulis profesionales y por ello es justo a la par que necesario tomarse un respiro de vez en cuando para no ser engullido por las mansas y empalagosas aguas del cálido y correctísimo  Océano Unicórnico.

Y por ello se me antoja que debe ser sanísimo pasarse de tarde en tarde a la abrumadora realidad del lado oscuro de la Fuerza, aunque sea de becario mediopensionista. A ver qué pasa. Más que nada porque hay ocasiones en que el poder de la Fuerza además de fallar más que una escopeta de feria de fabricación china, chirría más que  Colombo con camiseta de rejilla o que Pitita Ridruejo con cachirulo maño. Natural ¡Qué carajo! Ya no hay  Fuerzas como las de antes...

Y es que de vez en cuando  conviene  soltarse la careta buenista, dar rienda suelta al malo malote que llevamos dentro y pasárselo bien de verdad,  dentro de un orden: sólo hay que recordar sin ir más lejos que los caballeros Jedi, llegado el caso, repartían fostiones como panes de hogaza a barlovento a sotavento y a quien fuere menester pero, eso sí: en nombre de la fuerza y del buen rollito. Eso siempre.

Porque no es de recibo, por ejemplo,  que estés tranquilamente tomándote un Gin Tonic apoyado en la barra de la  taberna de Tatooine, te aparezca el típico mutante brasas con la conciencia alterada por el abuso de alucinógenos de los bosques de Endor y te empiece a  dar la turra de mala manera.

-Maestro Obi Wan, que hay aquí uno que ya me está empezando a tocar el sable y la moral ¿Qué hago?- y el maestro Obi Wan, paciente, le decía con voz pausada tras darle un tiento al tintorro:
-¡Usa la fuerza como sólo un verdadero Jedi puede hacerlo, Luke!-

Y efectivamente, Luke con disciplina marcial se "arremangaba" la capa Jedi molona pero estudiadamente viejuna y raída -porque los Jedi, al igual que Rajoy, la Merkel y otros próceres de la Federación, son ante todo austeros- y sin más preámbulos le medía el lomo con la espada láser al mutante de turno aprovechando para leerle la cartilla hasta que recitaba la lista de los reyes godos  del planeta Naboo de memoria y silbando un tango pa'dentro. 

No se sabe con seguridad si aquello restablecía el equilibrio de la Fuerza, pero al menos Luke se terminaba el Gin Tonic tranquilo.

Y dicen las malas lenguas que aquella noche Obi Wan y su joven padawan fueron vistos por los infectos garitos de carretera de Onderon, que eran ciertamente oscuros pero tenían su "aquel". Y en la penumbra de uno de aquellos antros, entre alienígenas y mutantes de mal vivir pero buen alternar, el joven Luke, dubitativo y cándido, preguntó a su maestro:

-Maestro Obi Wan, ¿Es lícito transitar más allá de los límites luminosos de la Fuerza, hasta donde la penumbra preludia la llegada del lado oscuro?-

Y una vez más el viejo maestro, mesándose la barba, sentenció con voz firme:

-¡Relájate y disfruta, tontín!



Moraleja:  está bien ser Jedis, pero no gilipollas.

Nos ha jodido la Fuerza con sus flores...