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sábado, 22 de enero de 2011

Viaje al centro de la mierda

¡A la mierda! Es difícil encontrar una frase tan breve, tan  incompleta en sus formas y que a la vez exprese tan amplio fondo de deseos y emociones . Seres humanos, jefes, ideas,  políticos, aparatos electrónicos... todo es enviable directamente a la  mierda aunque sea en lo más profundo de nuestros más íntimos pensamientos. Y casi siempre sale gratis.  

Ese trabajo que tenemos que presentar mañana por la mañana, cuidadosamente presentado en Word, y cuando estamos a punto de terminar al Windows le sale de los ovarios que va a ser que no, y te planta un pantallazo azul que se funde el misterio:  entonces llega el inevitable ¡MIERDA!, así con mayúsculas. Si el trabajo era muy importante es común repetir la expresión  varias veces (por ejemplo: ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA!!!). Es importante que el último "mierda" denote una cierta desesperación. Opcionalmente se admite mandar a la mierda a Bill Gates y toda su descendencia. Los más violentos subrayan la expresión estrellando el teclado repetidamente  contra la mesa dejando, todo hay que decirlo, ambos elementos hechos una mierda. Eso sí: si se trata de un portátil la maniobra no es nada recomendable, aunque los informáticos de mierda nos pondremos muy contentos a la hora de hacer la factura. No vean lo que mola reconstruir un portátil a precio de sangre de unicornio...

Al hilo de esto último, recuerdo un cliente que trajo los restos mortales de su flamante portátil que le había "regalado" su banco explicando balbuceante que su mujer lo había estampado contra el suelo tras cabrearse con su hijo adolescente que no se despegaba del tuenti ni para ir a hacer aguas mayores. Pero no nos desviemos del asunto que nos ocupa...

El gran Fernando Fernán Gómez fue un acérrimo  valedor de la materia truñística. Todos recordamos a aquel anonadado lector al que envió a la mierda con billete sólo de ida eso sí, con trato de usted (¡Váyase usted a la mierda!). Qué mala leche tenía, pero ¡Qué grande!

¡Qué término tan polivalente! Si alguien está cansado, "está hecho una mierda", expresión que lo mismo es aplicable al estado de un piso de estudiantes, al país, o el estado de tu coche cuando más lo necesitas: 

.-Entonces, ¿El motor tiene arreglo?
.-Pues tiene usted descompensada la embocadura de la trócola y habría que recalibrar el enjuñe de admisión del turbo no sea el demonio que se vaya a sulfatar la junta del enfosque y no le pase la ITV por la cosa de las emisiones de humos.
.-¿Cómo dice?
.-¡Que está hecho una mierda!
.-¡Jo, qué mierda!

La mierda es un elemento que tiende a enfatizar  todo aquello que le acompaña. A un amigo, por ejemplo,  puedes decirle que es un cabrón y echar unas risas,  pero si le dices que es un "Cabrón de mierda" ahí ya hay mal rollito y lo mismo puede suponer un cierto  menoscabo para la amistad o incluso para la dentadura del más desprevenido de los dos. El orden también es relevante. Todo el mundo sabe que no es lo mismo  ser "una mierda de político" que "un político de mierda".  Ambos se ganan bien la vida, pero el segundo es bastante más peligroso porque es buen profesional. Maticemos, amiguitos.

Afortunadamente, la naturaleza es sabia  y ante un mundo tan lleno de mierda ha generado una legión de comemierdas  (fantástica palabra que en Cuba se dice "comemieldas") que mantiene el ecosistema más o menos estable. Debe de ser por la cosa del Ying y el Yang, que más o menos viene a decir que  lo que sube baja y lo que lo que entra sale, cosa por cierto muy relacionada con el tema de hoy. Y es que el equilibrio es muy importante y por eso hay que comer mucha fibra según el ínclito doctor All Bran, catedrático de truñología de la Universidad de Kellog's. 

La literatura también está plagada de referencias al escatológico elemento: recordemos al coronel que no tenía quien le escribiera, que a la desesperada pregunta de su desnutrida y asmática esposa de qué comerían respondió: "Comeremos mierda" (gran idea ante la crisis galopante) o la sublime "Historia de la mierda" de Dominique Laporte, libro de obligada lectura que descubrí en mis gloriosos tiempos de estudiante universitario. 

Tal vez alguien se esté preguntando el porqué de tan amplias referencias a las heces en general. Lo confieso: hoy  al salir de trabajar venía oyendo en la radio la noticia de una nueva empresa online llamada "Cacas a domicilio" que, como podrán adivinar le ha dado una vuelta de tuerca al concepto de "mandar a la mierda" decidiendo que es mucho más rentable mandar la mierda directamente a nuestro destinatario favorito. No es coña: por menos de 10 euretes usted podrá enviar a quien desee una ración de auténticos excrementos de vaca o caballo para manifestarle sus sentimientos de forma real, tangible y olfateable. Y debo reconocer que tras oir algo así, el mundo me parece un lugar mejor. También tienen camisetas, tazas, y cacas de mentira.  Mola incluso el logo de la empresa, que es un truñito sonriente. Suerte a estos emprendedores, que al igual que nuestra clase política han decidido hacer de la mierda un negocio, pero jugándose sus propios cuartos.

Por eso, y utilizando la socorrida frase del mundo teatral y operístico, les deseo de todo corazón ¡¡Mucha mierda!!!





1 comentario :

  1. Me parece una idea fabulosa, curiosa y sobre todo original!!!!

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