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sábado, 24 de enero de 2015

Juicios, letrados y otras cosas molonas


Desde los albores de la humanidad - que es una expresión fina para referirse a tiempos incluso anteriores a cuando Marujita Díaz era zagala o Franco cabo furriel- los seres humanos han tenido conflictos, desencuentros y desavenencias varias que había que resolver de alguna manera. Preferentemente y siempre que fuera posible, con sangre y violencia, que siempre mola más y te quedas más a gusto. Si, por ejemplo, a un despreocupado homínido que por no tener no tenía ni hipoteca, ni Euribor, ni preferentes ni nada - que hay que ser "pringao"- se le ocurría robarle el mamut al de la tribu de al lado, la lógica y la decencia dictaban que el perjudicado le sacase los intestinos e higadillos internos en una delicada operación con hacha de sílex de por medio sin anestesia ni nada, y todos tan amigos. Y en ese mismo momento, se inventó a lo tonto el concepto de "justicia".  El símbolo de la justicia es una señora ciega con una balanza y una espada, porque lo de la espada acojona mucho como queriendo decir que mariconadas las justas. Lógicamente, si en lugar de una espada la señora en cuestión llevase un palo de hacer selfies, impondría menos respeto. Está todo "pensao"...

El ser humano, a lo largo de la historia, fue currándose una serie de tochos legales, como por ejemplo el código de Hammurabi que venía a decir que si mangabas algo te cortaban la mano, o si pecabas de onanismo también te cortaban la mano  por guarro. Luego ya vino Justiniano, que era un emperador romano del mismo centro de Roma- bueno, del centro, centro, no, pero da igual- que como trabajaba para Telecinco  (en latín Tele V), y tenía el listón muy bajo,  se inventó el Código de Justiniano porque para qué iba a molestarse en buscar un nombre más elaborado.


Hay quien dice que además de ciega, la señora en cuestión tenía otras discapacidades sensoriales tales como la sordera, pero como esto no sale en la  Wikipedia ni en el Sálvame Deluxe, se queda en una mera suposición.

La justicia es una cosa de pura lógica que suele funcionar según un esquema muy sencillo:


A) Tienes posibles, los amiguetes adecuados, la cagas y te pillan: te afean la conducta por malo y te obligan cruelmente a prometer que no lo vas a hacer más, como mínimo hasta la próxima vez que lo hagas.

B) No tienes posibles ni los amiguetes adecuados, la cagas y te pillan:  la cagaste

C) No tienes posibles ni los amiguetes adecuados y hay ciertas sospechas de que tal vez, con carácter de presunción,  la hayas podido cagar y te pillan: la cagaste


En todos los casos mencionados, es posible que termines teniendo que ir a un tribunal de justicia, que es un sitio muy serio con columnas  como las de los romanos,  y mesas de madera gorda que no son de Ikea en el que hay unos señores y señoras que se llaman jueces y van vestidos con una túnica como la de Demis Roussos pero muy sosa, negra y sin estampados ni nada, y por eso se llama "toga" y no túnica. Los jueces dicen cosas en latín, como por ejemplo Ad litem, o In dubio pro reo, que nadie sabe muy bien lo que quieren decir, pero marcan paquete que lo flipas. A veces también dicen  cosas en castellano, pero de modo que no se entiendan. Por ejemplo,  para decir "Te ví a meter un paquete que te se van a salir los ojos por el corvejón" usan expresiones tales como: "Vista la demanda rectora de la presente litis y en virtud de la facultad contemplada en el artículo 125.6 in fine de la Ley Intersticial de Procedimiento Procesal, resuelvo condenar al acusado a  la pena de prisión menor de un año, un día, dos horas, veinticinco minutos, seis segundos y  treinta Newtons por metro cuadrado, sin perjuicio de las acciones a las que en derecho hubiere lugar".

A esto último, curiosamente, se le llama "Fallo". Que desde la ignorancia puede parecer que tiene huevecillos la cosa, pero te callas y si no "hubieras estudiao" ¡Ignorante!

Luego, si la cosa que se juzga es muy gorda están los fiscales, que son a los tribunales lo que a los colegios el acusica, y normalmente son los que te señalan con el dedo por malo malote y por malandro cabrón. Hay una excepción a esta regla en algunos casos,  siempre y cuando seas lo bastante molón o si, por ejemplo, te llamas Cristina (esto es  un mero ejemplo casual y sin mala intención alguna).

Normalmente, antes de ir al juzgado tienes que nombrar abogado, que es un ente que sabe mucho de la cosa de las leyes. A los abogados también se les llama letrados porque saben mucha letra. Los abogados se caracterizan porque trabajan en unos sitios que se llaman  "Bufete" y tienen unas estanterías con libros gordos, como el de Petete, o los de El  Señor de los Anillos" pero a lo bestia. 

Hay dos tipos de abogados. A saber:

A) El abogado de la acusación: es el que le dice al juez que un señor muy malo te agredió salvajemente sacándote un ojo con una cucharilla de café con agravante de menoscabo de la visión estereoscópica.

B) El abogado de la defensa; es el que le dice al juez que su cliente ha sido agredido  salvajemente con tu globo ocular provocando graves daños en su cucharilla de café con la agravante de café con leche con disolución parcial de azúcar.

Al conjunto de la defensa y la acusación se le conoce como "las partes", que le son asignadas a un determinado juez que a su vez emite su fallo. Es decir, que a un determinado juez le tocan las partes y luego falla, cosa que por otra parte es de lo más normal.

En España, para poder ir al juzgado hay que pagar una cosa muy justa que se llama "tasas judiciales" que consiste en demostrar que te puedes pagar el acceso a la justicia porque de lo contrario querrá decir que no te puedes pagar la justicia que, como todo el mundo sabe, es gratuita. Esto es así y nos define estupendamente. En caso de discrepancia, es tan sencillo como pagar las tasas judiciales y asunto resuelto. Para todo lo demás, Mastercard. Y a veces, en el supuesto de que quieras salir del talego, la justicia te puede ofrecer salir bajo fianza, que quiere decir que si te lo puedes pagar, se fían de tí y, si no, pues no se fían porque eres un lumpen de la peor especie. Normal.

La cosa de la justicia recae sobre el llamado "Poder judicial", que es totalmente  independiente del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo. Excepto cuando despiertas y te caes de la cama. Es lo que se llama "separación de poderes" según un señor francés que se llamaba Montesquieu, cosa lógica siendo francés, porque si hubiera sido español se llamaría Gutiérrez y no sería de París, sino de Algete o de Morón de la Frontera.

En definitiva, la cosa es que uno no sabe si recurrir a la justicia ordinaria o darse a las hachas de sílex, que no saben de latín ni de otra cosa, porque ser hacha es lo que tiene. Pero en lo de sacarle las tripas al contrario no tienen rival y quedar, lo que se dice quedar, te quedas de lo más  a gusto.

Y en virtud de lo establecido en la legislación vigente y sin menoscabo de las acciones a las que en derecho hubiere lugar, por el poder de Greyskool y Mister Proper les emplazo hasta el próximo fallo, no vaya a ser que Sansejodió caiga en jueves.

Comuníquese a las partes.



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